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Los 40 años de experiencia como artista le dan a Juan Fernando  Cobo la libertad de pintar en el momento que se le ocurra, sin necesidad de bocetos pero sí ligado a lo que le dicte sus emociones.   Él, un caleño de 57 años que tiene el privilegio de decir que pudo vivir dignamente de su arte en esta ciudad,  hace parte de los 90 artistas que participan de la 3ra. Bienal Internacional de Muralismo, que se estará desarrollando en la ciudad del 7  de septiembre al 7 de diciembre.

Su  trabajo se podrá presenciar en vivo a partir del el próximo viernes 9 de septiembre, pues estará con todos sus implementos en la nueva estación del MÍO del Paso del Comercio, listo para desarrollar una obra que luego le regalará a Cali.  La lona en blanco a la que se enfrentará, de medidas 2.70  por  3.50 metros, ya no lo asusta, pues su experiencia lo respalda y  sólo desea que llegue ese día para hacer volar su imaginación.

“El poder pintar en vivo para los caleños me parece fantástico. Ojalá los niños se me acerquen, se unten de pintura y que la gente se motive a aprender de esta profesión. Los papás quieren que sus hijos sean médicos, ingenieros industriales y los sacan de las salas de arte porque les da miedo. Lo que no saben es que si uno es bueno en lo que hace, va a poder vivir de eso y yo me siento un privilegiado de haberlo podido hacer y de exponer mis pinturas en diferentes países porque aquí no hay mercados”, dijo Cobo.

Y ante esa ausencia de mercados, precisamente valora que ahora se esté creando espacios como la Bienal de Muralismo y que él, como los nacientes artistas, puedan disfrutar de este evento que en los inicios de su profesión no existían.

“Es una berraquera este evento y ojalá en el país existieran más personas como Carolina Jaramillo, directora de la Bienal,   para que impulsaran proyectos como éste y que el museo se extendiera a otras ciudades. Con gusto donaré mi obra a Cali”, afirmó el artista.

Para Cali será un motivo de orgullo que artistas como él embellezcan la ciudad con su obra, pues durante 27 años trabajó y estudió en el exterior, lo que hace que su nombre tenga un gran reconocimiento en el mercado, aunque él, no presuma de eso. “No tengo un nombre, todavía me lo estoy haciendo. Me falta mucho tiempo y todos los días aprendo más. Lo que sé es que me gusta mucho el cocinar pintura como le digo yo, al momento de untarme, mancharme la ropa, e ir pintando lo que se me ocurra porque siempre estoy preparado”, explicó Cobo.

Por eso cree que lejos está de los artistas que se visten con bata y se encierran en un estudio.  Para él, cualquier momento u oportunidad es buena para ponerse a pintar y por eso en su día a día, puede pasar 8 horas haciéndolo. En la actualidad está haciendo obras abstractas con pinturas acrílicas sobre lonas, pero en diferentes momentos ha pintado con óleos e imágenes realistas.

“Por mucho tiempo pinté mujeres porque me parecen seres hermosos, pero el tema se agotó y ahora no estoy encasillado en un estilo sino en muchos. Me gusta reinventarme y a la hora de pintar no pienso porque el que piensa pierde”, reconoce el artista.

Ya cuando termina una obra le gusta sentarse con una copa de vino y buena música en frente de ella para analizarla, porque por lo general se encuentra con muchas emociones. Eso sí, sólo le pone su firma, el Cobo, a las que él aprueba.  En ese momento siente que su obra ya no le pertenece a él sino al público.

“No puedo definir mis pinturas porque pintura es pintura. Ella por si sola tiene que defenderse y una vez la firme ya no es mía sino del público y cada quien la interpreta a su manera”, explicó.