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“QUIERO TALLAR EN PIEDRA LA HISTORIA DE CALI”

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Con 89 años de edad, Arturo Peñaranda es el escultor de más edad que será reconocido en la 3ra Bienal Internacional de Muralismo y Arte Público que se realizará en Cali.

El 27 de octubre cumple sus 90 años de vida pero don Arturo Peñaranda asegura sentirse como un hombre de 40. Ni siquiera su dolencia en el pie izquierdo que le impide caminar con normalidad, después de que  una vena  se le reventara, le quita las ganas de trabajar. Y es que eso es lo que ha hecho desde muy joven cuando comenzó a ganarse la vida como cotero, ayudante de camión, cargando mercados y  cuida-carros. De esta última ocupación ha vivido los últimos años. En las afueras del Teatro Municipal y la Plaza de Toros, muchos lo identifican, porque con su trapito rojo y su sonrisa, se ha ganado la confianza de los propietarios de los vehículos.

Lo que ellos ignoran es que detrás de ese hombre de rasgos indígenas, cabello blanco, orejas grandes, ojos claros y manos toscas, se esconde un gran escultor, a quien la vida no le dio la oportunidad de vivir del arte como él hubiera querido. Pero es que ni siquiera sabía que podía ser un artista. Fue en el año 1964, en el desarrollo de un censo que se hizo en el país, que alguien ponderó su talento.

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“Una niña de las encargadas de hacer la encuesta entró a mi casa a censar y me vio haciendo un dibujo. Me preguntó que si yo era artista y le dije que no, pero ella insistió en que tenía todas las cualidades para hacerlo y me animó a que averiguara en el Instituto Popular de Cultura para que estudiara. Le hice caso, me presenté, pasé los exámenes y quedé”, recordó don Arturo.

Tenía 40 años para ese entonces. Era el mayor de su clase pero a la vez el más querido, y aún sin haber cursado ni siquiera un bachillerato, brillaba en su clase de Artes Plásticas. Reconoce que no fue fácil adaptarse. Pintar con un delicado pincel se le dificultaba, pues él estaba acostumbrado a los trabajos de fuerza y sus gruesas manos no se acostumbraban a lo delicado y cuidadoso, pero aún así terminó el curso y recibió su diploma que lo acreditaba como artista. “Cuando me lo entregaron yo salí con él debajo del brazo y ni siquiera sabía que iba a hacer”, reconoce entre risas.

Seguía siendo el cuidador de carros de las afueras del Teatro Municipal, pero su dinero no le alcanzaba para comprar los materiales que requerían las esculturas que tenía en su imaginación, así que comenzó a trabajar con la madera, que le resultaba más económico. Esto no quiere decir que Peñaranda no trabaje en piedra, mármol o granito. Para él, cualquier objeto considerado como basura, es digno de ser convertido en una obra de arte. En su mano sólo necesita tener un serrucho, un martillo, cincel, porra y un  mazo, para crear  grandes bloques de ‘basura’, en figuras indígenas, de mujeres, santos, rostros y demás, todos dignos de exposición.

Y aunque son muchas las obras que ha esculpido, a don Arturo no se le ha cumplido un sueño: el de hacer una gran obra para Cali en la que se cuente su historia tallada en piedra. “Me la imagino en las paredes de las afueras del CAM o del Concejo Municipal, y lo he propuesto en innumerables ocasiones pero siempre me dicen que no hay presupuesto. El apoyo para los artistas plásticos no existe, pues todo se va para otro tipo de trabajos como los bailarines o las escuelas de fútbol. Nunca el gobierno municipal me ha apoyado por lo que tristemente tengo que decir que nunca pude vivir del arte”, dijo don Arturo, quien en la actualidad prácticamente vive de la limosna.

“Mi vecina me pasa comida, una de mis hijas que vive cerca mi casa también me colabora, ayudo a los niños a hacer tareas de dibujo y sus papás me regalan 2 mil pesitos, y así me la voy rebuscando. Le digo esto con vergüenza, pero es mi realidad”, contó el artista de Puerto Mallarino.

Por todo lo que ha vivido y por su lucha diaria de dar a conocer su obra, es que don Arturo Peñaranda será reconocido en esta edición de la Bienal de Muralismo  y Arte Público que comenzará el próximo 7 de septiembre en la ciudad.

“El mejor homenaje que me pueden hacer es que  me den la oportunidad de plasmar una obra mía en Cali para yo decir: “eso lo hice yo”.

 

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